El sábado 8 de enero volví por fin a la Casa Grande de Torrejón de Ardoz gracias a Virginia Hernández.

Virginia reúne en su persona conocimiento y familiaridad con el lugar, pasión por el arte y por los relatos, imaginación y humor, elementos necesarios para hacer de un paseo de dos horas un entretenido viaje en el tiempo.
En el Salón Chimenea
La primera parada del recorrido fue el Salón de la Chimenea. Allí pasamos un buen rato mientras nos contaba tanto la historia de los sucesivos dueños de la Casa como las leyendas que existen sobre la vida de los Austrias cuando venían a reposar en estos aposentos en tiempo de caza.
Después le tocó el turno al Salón de Arcos y cuando íbamos para el Salón de los Austrias
nos tuvimos que dar la vuelta porque estaba ocupado todavía. Así que lo
dejamos para el final y continuamos nuestro viaje por el Salón de la Orden del Buen Vino, el Lagar de la Casa y las bodegas.
Se notó el cambio en el ambiente, la temperatura en estas salas eran mucho más baja y se sentía la humedad. Habíamos llegado a una de las partes más antiguas del edificio en la que se encontraba la prensa y las sucesivas estancias para el almacenaje. Fue muy divertido imaginarse cómo se hacía el vino en aquella época y qué relación tenían los jesuitas con su vino: prensándolo, probándolo, resbalándose, llevándoselo a cuestas tras las sucesivas expulsiones…

En las lúgubres bodegas
Al terminar continuamos hacia lo que fueron los hornos pero que ahora es el Museo Iconográfico. Allí no enteramos de cómo llegaron los iconos a la Casa Grande y escuchamos las leyendas de algunas de las figuras representadas, como la San Nicolás, que dio origen al actualmente conocido como Papá Noel.

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